Para enfrentarnos con éxito a la vida necesitamos, desde que nacemos, aprender. La educación se convierte en un hecho inherente al ser humano.
Desde la más temprana edad y a través de la educación, al futuro ciudadano se le prepara no sólo para que más tarde sea un buen alumno o estudiante de provecho, sino para que desarrolle todas sus potencialidades y pueda convertirse en una persona adaptada, útil y equilibrada; en suma: feliz. Cuanto antes empiece ese aprendizaje, mejor.