El buen cumplimiento de las funciones profesionales prevé altas exigencias de eficiencia en los especialistas. Sin embargo, es necesario conjugar el profesionalismo con la capacidad de comprender a fondo la responsabilidad adquirida y la obligación de cumplir irreprochablemente el deber profesional. La falta a las normas de la moral profesional o el menosprecio de sus valores influyen negativamente tanto en la calidad del trabajo como en el estatus del grupo de profesionales.