Para enfrentarnos con éxito a la vida necesitamos, desde que nacemos, aprender. La educación se convierte en un hecho inherente al ser humano.

Desde la más temprana edad y a través de la educación, al futuro ciudadano se le prepara no sólo para que más tarde sea un buen alumno o estudiante de provecho, sino para que desarrolle todas sus potencialidades y pueda convertirse en una persona adaptada, útil y equilibrada; en suma: feliz. Cuanto antes empiece ese aprendizaje, mejor.

La Estimulación Temprana, convenientemente realizada, puede producir grandes y beneficiosos cambios en el funcionamiento del cerebro y el desarrollo mental. Los niños estimulados desde su nacimiento logran un mayor desarrollo orgánico y funcional de su sistema nervioso y de sus órganos de contacto y de intercambio con su mundo externo, además de un equilibrio adecuado en su crecimiento físico, intelectual y emocional. Un bebé bien estimulado tendrá aprovechada su capacidad de aprendizaje y de adaptación a su entorno, de una forma más sencilla, rápida e intensa.

Así pues, el objetivo primordial de la Estimulación Temprana es ayudar en el proceso de formación de la estructura cerebral humana, proporcionando estímulos, adecuada y oportunamente, para permitir al individuo alcanzar un desarrollo con gran variedad de posibilidades.

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